domingo, 17 de junio de 2007

Como ya ha acabado la Liga, me digo que es un buen momento para un punto y final.

Para hacer un pequeño balance de lo que nos espera mañana. No de las portadas de mañana 18 de junio sino de mañana en términos futuribles y genéricos.

Cosas que hemos ido aprendiendo: nunca olvidar la autocrítica. El periodismo puede que no tenga como objetivo cambiar nada pero debería practicarse como si pudiera cambiar algo. Eso me recuerda que alguien me dijo una vez que el periodista es alguien que ha hecho de un hobby su trabajo. Y puede que sea verdad que el periodismo es una de las profesiones más interesantes (hablaría objetivamente si no supiera que la objetividad no existe). Voy a arriesgarme y a utilizar la palabra excitante. Pero que no se convierta tampoco en un cachondeo.

Porque los medios de comunicación y los políticos se llevan la palma. Siempre aparecen en última posición cuando al ciudadano se le pregunta en qué instituciones confía más. Será que algo falla. Así que si y como somos por naturaleza gente curiosa averigüemos el qué falla y por qué.

Hace unos meses nadie me hubiera dicho que crearía un blog. Y ahora me encuentro cerrando uno…


¿Un punto final? No, sólo un punto y aparte.

jueves, 7 de junio de 2007

1/6.600

El día Mundial del Medio Ambiente se celebró con la mirada puesta en el G-8. O, en otras palabras, en ese 20% de la población mundial responsable del 46% de las emisiones globales. Porque el desafío que supone el calentamiento global del planeta ha pasado de interesar a un 38% de la población a principios de la década de 1980 a cerca del 100% a principios del siglo XXI. Sin duda, porque va a ser en este siglo cuando los efectos de años y años de contaminación por parte de los países industrializados se van a manifestar con más contundencia.

¿Cómo ha llegado el cambio climático a convertirse en preocupación globalizada? Cuando se convirtió no sólo en un problema evidente sino en un problema político muy real. El cambio climático ha entrado de lleno en la high politics. Aunque los ministerios de Medio Ambiente sigan siendo a día de hoy ministerios “de segunda”. Líderes como el británico Tony Blair ya lo han previsto y anunciado: el día de mañana la política energética (que entronca directamente con la cuestión medioambiental) será tan crucial como la política estratégica de defensa. Para la política con mayúsculas, siempre tan vulnerable a los cambios de rumbo según el gobierno de turno, se avecinan tiempos duros. De tomar decisiones impopulares para ciertos sectores de la sociedad.

Afrontar los hechos. En este sentido, las palabras de Max Weber sobre la responsabilidad política siguen vigentes como nunca. Ya no basta con el “quien contamina paga”, urge el “quien es responsable lo arregla”. Sin dilaciones: desde 1859 se conoce de la existencia del efecto invernadero. Pero no ha sido hasta que políticos, grupos de interés y, por encima de todos, medios de comunicación han abierto sus agendas al calentamiento global que lo evidente se ha convertido en real. Los científicos, cautos, utilizan frecuentemente el “probable”. Probablemente, dicen, aun no sea demasiado tarde.

El ciudadano de a pie (de las sociedades desarrolladas se entiende), el que coge el coche para ir al trabajo, riega los campos de cultivo, enciende el aire acondicionado o utiliza el puente aéreo, se preguntará quizás qué puede hacer él. Uno entre 6.600 millones. La tarea no es fácil y seguramente solo no lo conseguirá. Porque cambiar los hábitos de consumo de una sociedad mimada y educada en el uso irracional de la energía requiere ir más allá de la concienciación. Requiere pasar a la acción. Algo que también debemos afrontar a título individual: porque todos los 1 entre 6.600 millones somos, a nuestro modo, responsables de esas menos que milésimas de temperatura planetaria de más.