sábado, 19 de mayo de 2007

El Ulster empieza de nuevo

La lógica racional de la teoría de juegos dice que es el contacto continuado entre dos partes en conflicto lo que permite establecer lazos de confianza. Y la confianza, a su vez, lo que posibilita la negociación y, eventualmente, el acuerdo.

Al proceso de paz en Irlanda del Norte, desde el primer alto el fuego del IRA en 1994 hasta la firma de los Acuerdos de Viernes Santo en abril de 1998, le han seguido casi diez años más de negociaciones. Y de altibajos. Previsiblemente, el nuevo periodo que se abre para el Ulster tras la formación del primer gobierno de coalición entre protestantes y católicos (60% y 40% de la población respectivamente) no estará exento de dificultades. Pues la reconciliación de las partes en conflicto se ha producido de la mano de los extremos que representan el Partido Democrático Unionista de Ian Paisley y el Sein Feinn de Gerry Adams, en detrimento de los partidos moderados.

Para llegar hasta aquí, además de años de acuerdos y desacuerdos, ha sido necesario la existencia de una voluntad política y social compartida tanto por el Ulster como por Irlanda y el Reino Unido, padrinos ambos de este largo proceso de paz. Para llegar a reunir a todas las partes implicadas en una misma mesa de negociación, las actuaciones y/o “cesiones desagradables”, en palabras de Tony Blair, han sido igualmente necesarias: desde la liberalización de cientos de terroristas presos, pasando por la suspensión de la autonomía, hasta el reconocimiento de la policía de Irlanda del Norte por parte del Sinn Fein.

Tras siglos de conflicto, la política del palo y la zanahoria se ha impuesto para poner fin a tres décadas de violencia interconfesional en el Ulster. El hastío de los ciudadanos pero también la estrategia y ambiciones políticas personales se han dado cita el 8 de mayo para pasar a la historia.
Antes fue necesario que el IRA (y el resto de grupos paramilitares) abandonara las armas. Igualmente y a diferencia de lo que ocurre en España respecto al conflicto vasco, los gobiernos de Londres han contado siempre con el respaldo de todas las fuerzas políticas en la Cámara de los Comunes. Claro está que el interés de los británicos hacia una región que prácticamente subvencionan económicamente despierta menos pasiones.

Dicho esto, a falta de matices y lejos de paralelismos, la paz en el Ulster trae consigo una lección: todos los conflictos tienen un fin. Y éste pasa, en un momento u otro, por una mesa de negociaciones.

1 comentario:

Toni Muñoz dijo...

Lo de la teoría de juegos sobra...